sábado, 19 de julio de 2014

Andaluces ilustres: la enfermera de las perseguidas

María García Torrecillas (1917-2014), natural de Albanchez (Almería), fue una enfermera voluntaria cuya labor humanitaria ayudó a salvar a cientos de bebes de madres perseguidas por la dictadura franquista y los nazis.

A principios de 1936, con 20 años de edad, le pidió permiso a su padre para irse a Barcelona, donde se había establecido uno de sus hermanos. Trabajó en el textil, pero a los pocos meses estalló la Guerra Civil y pasó a hacerlo en una fábrica de armamento para la defensa de la República. Tuvo que vivir los bombardeos sobre la ciudad y, tras su toma, huir a Francia. Allí fue a parar a campos de concentración situados en las playas:

Eran lo peor que se puede imaginar. Allí no teníamos nada: arena, agua y alambre. Teníamos triple alambrada de púas y los gendarmes, allí parados riéndose cuando te echaban un caballo encima. Eso era el campo de concentración. Mucha miseria, mucha hambre, mucho frío y muchos parásitos que ya no sabías cómo quitártelos

Quedó embarazada de su compañero Teófilo y la casualidad hizo que se topara con la enfermera suiza Elizabeth Eidenbenz, que al ver la situación de los refugiados había buscado recursos para montar un hospital maternal. La suiza le ofreció su ayuda. Mientras nace su hijo, Felipe, el padre parte rumbo a México. Inmediatamente pasa de paciente a enfermera voluntaria y mano derecha de Eidenbenz.

Allí no había horas. A las seis de la mañana yo ya estaba en las cunas, preparando los pañales para que a las siete las mamás empezaran a darles de comer

El hospital permitió el nacimiento de 400 niños de madres refugiadas de la Guerra Civil Española y de otros 200 de mujeres judías perseguidas por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. La Gestapo lo cerró en 1944, pero antes se las apañaron para escapar de sus garras mediante engaños y así proteger a las madres.

Elizabeth Eidenbenz y María García

Trabaja allí durante dos años y medio, hasta que decide ponerse en camino hacia México con su hijo para encontrarse con su pareja. Cuando el barco portugués que los transporta llega al puerto de Veracruz, nadie les espera. Tras unos días, aparece Teófilo anunciando que vivía con otra mujer a la que también había dejado embarazada. Pese al golpe, María decide quedarse y, con el apoyo de la comunidad de exiliados españoles, encuentra trabajo como enfermera en una maternidad de la capital federal, donde introduce métodos novedosos que había aprendido en Francia.

En México nunca tuvimos problemas. Quizás algún antiguo emigrante, de los que había de antes que, al tener otras ideas, podía pensar que éramos criminales, que éramos gente malísima. Pero sólo esos antiguos emigrantes españoles, porque los mexicanos nos recibieron de maravilla

Conoció a otro exiliado español y se casó con él. También consiguió ir llevando poco a poco a sus hermanos a México. Incluso su hermano Juan, condenado por luchar en el ejército republicano, consiguió escapar a París con su mujer, desde donde volaron a México.

Sufre el terremoto de México de 1985, el más importante registrado en el país, que dejó 10.000 muertos. Decide trasladarse a Monterrey en busca de tranquilidad, cerca del domicilio de su hijo, y disfrutar de su familia: nietos y bisnietos. A los que no volvería a ver fue a sus padres, desde aquella despedida en 1936.

En 2006, a sus 90 años, decidió publicar "Mi exilio", un libro con sus memorias. Al año siguiente vuelve a Andalucía para recibir varios reconocimientos: la Medalla de Andalucía en el Parlamento andaluz, nombrada hija predilecta de Albanchez y condecorada por la Cruz Roja almeriense.

Fallece en Monterrey (México) el 3 de febrero del presente año, con 97 años.

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