miércoles, 21 de agosto de 2013

Andaluces ilustres: El más grande pintor que jamás ha existido

Diego Velazquez
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599–1660), natural de Sevilla, más conocido como Diego Velázquez, fue un maestro de la pintura universal del que se expone su obra, unos 120 trabajos, en los mejores museos de todo el mundo. Referente de los pintores impresionistas franceses, Manet lo calificó como "pintor de pintores" y "el más grande pintor que jamás ha existido".

Fue el primero de ocho hermanos, entre los que se contaba con otro pintor, Juan. Su padre era notario eclesiástico, que suena muy bien pero era un oficio humilde, próximo a la pobreza. Comenzó su formación al cumplir los diez años, en el taller de Francisco Herrera el Viejo, pintor prestigioso pero de muy mal carácter, por lo que la relación maestro-aprendiz fue muy corta. En 1611, su padre firma la "carta de aprendizaje" de su hijo con Francisco Pacheco, obligándose con él por seis años. Se incorpora al taller del que sería su suegro. El 14 de marzo de 1617 aprobó el examen que le permitía incorporarse al gremio de pintores de Sevilla. Recibe la licencia para ejercer como "maestro de imaginería y al óleo", válida para todo el reino y que le permitía tener tienda pública y contratar aprendices. Se casa antes de cumplir los 19 años con la hija de Francisco Pacheco, que tenía 15. En Sevilla nacieron sus dos hijas. 

Pacheco movió sus contactos para que su yerno fuese presentado en la corte de Madrid, donde el también sevillano conde-duque de Olivares ascendía como válido del rey. Tras algunos intentos, obtiene frutos y Olivares llama a Velázquez para retratar al rey, quien supo apreciar de inmediato sus dotes artísticas. Le ordena trasladar su lugar de residencia a Madrid, siendo nombrado pintor del rey.

Esa rápida ascensión de Velázquez provocó el resentimiento de los pintores más veteranos, que lo acusaban de ser sólo capaz de pintar cabezas. Esto provocó la realización de un concurso en 1627 entre Velázquez y los otros tres pintores reales. El jurado declaró vencedor a Velázquez.

Velázquez realizó varios viajes a Italia para completar sus estudios. La década de 1630 fue la de mayor actividad artística, un tercio de su obra. Sin embargo, hacia 1640 disminuye su producción para siempre, debido a que va acumulando cargos en la corte que cada vez le proporcionaban más riqueza y responsabilidades, y menos tiempo para pintar.

En el final de su vida pintó sus dos composiciones más grandes y complejas, Las hilanderas y Las Meninas.

Enferma de viruela tras uno de los viajes de protocolo y a los pocos días de regresar a Madrid, muere. Es enterrado en la desaparecida iglesia de San Juan Bautista, con los honores debidos a sus cargos y como caballero de la Orden de Santiago. Ocho días después fallece también su esposa Juana.

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