Andrés Segovia Torres (1893-1987), natural de Linares (Jaén), fue uno de los músicos más destacados del siglo pasado y es considerado como el padre del movimiento moderno de la guitarra clásica.
Conoce la guitarra siendo niño en su ciudad natal. Pronto se traslada a Granada, a casa de sus tíos. Allí aprende la técnica, se cree que en un primer momento a través del flamenco y más tarde debe recurrir a la formación autodidacta al ser incapaz de encontrar un maestro.
Se enfrentó a la oposición familiar, que quería que estudiara leyes. Ignorando también las recomendaciones de sus profesores de piano y violín en el Conservatorio de Música de Granada, insiste en el aprendizaje de la guitarra, que es considerada como un instrumento popular más propio de tabernas y tablaos. Según sus propias palabras:
Una guitarra tiene valor, pero no precio
Realiza su primera aparición pública en Granada a los catorce años y con veinte ofrece su primer concierto en Madrid. Para esa cita acude al establecimiento del constructor de guitarras Manuel Ramírez, con intención de proponerle que le alquile un instrumento apropiado. Después de probarlo y ensayar un poco, el asombrado Ramírez le ruega que acepte la guitarra elegida a modo de obsequio. La utilizará muchos años, hasta que a mediados de los años 30 comienza a tocar la del artesano alemán Hermann Hauser.
En 1919 se embarca en una gira por Iberoamérica, donde es recibido de manera entusiasta. Le siguen Londres (1923), París (1924) y EEUU (1928).
La Guerra Civil le obliga a exiliarse de España, primero en Italia, y más tarde en Montevideo (Uruguay). En 1943 regresa a EEUU, donde recupera su popularidad gracias a la televisión. Fija su residencia en Nueva York, donde comienza a escribir sus memorias, La guitarra y yo.
Junto a sus conciertos y grabaciones (más de 50 Lps), se dedica también a la docencia. Durante los años 50 imparte clases en la Academia Chigiana de Siena (Italia) y en los 60 en Santiago de Compostela. Posteriormente lo haría en prestigiosas universidades de todo el mundo, como la Universidad de California. Entre sus discípulos se encuentran guitarristas como John Williams, Oscar Ghiglia, Alirio Díaz o Christopher Parkening.
Al ofrecer recitales para audiencias cada vez mayores, descubre que las guitarras existentes no producen el volumen suficiente para llegar al público en grandes salas de conciertos. Esto le anima a buscar entre los avances tecnológicos para intentar mejorar la amplificación natural de la guitarra. Trabaja conjuntamente con los fabricantes, ayuda a diseñar lo que conocemos hoy en día como guitarra clásica, realizada con una madera de más calidad y con cuerda de nailon. La forma de la guitarra se modificó también para mejorar la acústica. Realiza también grandes aportaciones a la técnica del instrumento.
En reconocimiento a su contribución a la música y las artes, Juan Carlos I le nombra primer Marqués de Salobreña en 1981. También obtuvo numerosos e importantes premios y doctorados honoris causa por parte de universidades de todo el mundo.
Andrés Segovia murió en Madrid a la edad de 94 años, unos meses después de tener que suspender una gira. Sobre su apretada agenda en la vejez diría:
Voy a tener una eternidad para descansar
El guitarrista resumió los objetivos de su vida en una entrevista a The New York Times cuando tenía 75 años:
En primer lugar, redimir mi guitarra del flamenco y todas esas otras cosas. En segundo lugar, crear un repertorio (usted sabe que casi todos los buenos compositores de nuestro tiempo han escrito obras para la guitarra a través de mí e incluso para mis alumnos). En tercer lugar, quería crear un público para la guitarra. Ahora, yo lleno las mayores salas de todos los países, y por lo menos un tercio de la audiencia es joven (Estoy muy contento de robárselos a los Beatles). En cuarto lugar, yo estaba decidido a ganar para la guitarra un lugar respetado en las grandes escuelas de música junto con el piano, el violín y otros instrumentos de concierto.
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